domingo, enero 06, 2008


Hoy me levanté con miedo, con cierto recelo y angustia al pensar en lo que viene. Recuerdo con claridad una tarde de verano, tumbada en la hierba y hablando con mis viejos amigos. Hablábamos del futuro, de algo que ocurriría mucho tiempo después y por lo que todavía no nos preocupábamos. Hablabamos con cierto brillo de ilusión en los ojos, y a la vez, con mucha, mucha tranquilidad. Teníamos 17 años y éramos jóvenes, niños que soñábamos con futuros inciertos. Hoy ese futuro llegó, ya es presente. Nos quedan pocos meses para terminar, para decir adiós a los amigos, a los libros y a las paredes de la facultad.

Nunca pensé que me daría tanta pena terminar algo, o quizás no es tanta la pena y si mucho el temor a lo que vendrá. Porque no sé, no sabemos qué viene. Nadie nos ha cogido y nos ha sacudido gritándonos ¡tranquilos, todo va a salir bien!


Unos se irán, otros quedarán por el camino y muchos no sabremos ni qué hacer. Nos sentaremos en la hierba y desearemos estar de nuevo en aquella tarde, en aquel lugar y en aquellos cuerpos. Cuerpos de gente con todo por vivir y todo por soñar. Sin aparentes preocupaciones, simplemente sintiendo el calor del sol en la cara y dejando fluir la imaginación.

Quiero volver a aquella tarde y volver a empezar, que alguien me de la oportunidad de poder disfrutar de nuevo de todo lo que vivimos en estos 5 años y quiero volver a arrepentirme de muchas cosas. Quiero volver a tropezar y caer, y levantarme de nuevo tantas veces como sea necesario.
O sino... que alguien venga y me diga... ¿y ahora qué?