miércoles, mayo 28, 2008


No me gusta dejar esto vacío durante mucho tiempo, pero es que últimamente no paro. Estoy de trabajos hasta arriba, y en breve los exámenes acechando detrás de un árbol, con esa mirada presuntuosa que siempre tienen... En fin, que os mando a todos un cariñoso saludo y espero que os vaya todo genial.

Yo ahora estoy en un hueco libre que he encontrado, bien escondidito estaba detrás de la pila de papeles que cubren mi escritorio. Es tiempo de estudios, de búsqueda de excavaciones para este verano y de replantearme muchas cosas. La semana que viene terminamos las clases, mi última semana de clases en esta facultad. Aún no me he ido y ya la estoy echando de menos. Pero es inevitable, los cambios lo son. Y ahora ya lo he asumido, o intento hacerlo. Así que nada, termino mis cinco años de carrera con una asignatura por la que apenas he pasado este curso, ya que me cuadraba con otras, así que será una última clase diferente. Historia de la cultura latinoamericana, ni siquiera es de mi especialización. Así que pensandolo bien, mi verdadera última clase va a ser Arqueología Clásica. Griegos y romanos abrazándose en una despedida. La vida tiene estas cosas. Cuando suene el timbre por última vez me gustaría levantarme y aplaudir, felicitarme a mí misma, ya que eso nunca lo hacemos, nos olvidamos de quien más cerca está de nosotros: el yo interno.

Y Castro, nuestro querido profesor de Cultura Contemporánea, ese hombre bohemio, con su chaqueta de pana, su dialéctica proustiana... a ese hombre deberíamos despedirle de alguna forma especial, como a él le gustaría: como en el Club de los poetas muertos, subidos todos en nuestras mesas y gritando ¡Oh capitán mi capitán!

Va a ser una semana rara... pero ahora sólo pensaré en el presente, pues el futuro no existe. Y el presente es que en nada nos vamos dos días a Ancares de excursión, nuestra última excursión, de montaña en montaña en busca de neveros y restos de antiguos glaciares. Que frikis somos^^ echaré de menos estas cosas.

Y hoy he hablado con mi futuro jefe de excavación: en Julio si todo va bien estaré en la cima de mi tierra desenterrando viejas historias. Un saludo a todos, y un consejo: disfrutad de lo que teneis, ahora, sin más. Mañana ya pensareis...

domingo, mayo 04, 2008


Siempre he pensado que los días con niebla ayudan a sentirnos diferentes. Te levantas, abres la persiana y el mundo que te esperabas, el paisaje monótono de siempre, desaparece a pasos agigantados entre la espesa niebla. La sensación que esa imagen produce es sobrecogedora, y me apetece salir corriendo a la calle para ver si me atrapa y me lleva con ella.
De pequeña siempre pensaba que la niebla venía del mar (y en parte, cierto es), y con ella llegaban las voces de los náufragos pidiendo ayuda. Por eso siempre sentía angustia por querer oírles, por querer ayudarles. Y salía al jardín, a veces corría hasta la playa, y llamaba por ellos. Les decía que no se preocupasen, y estaba convencida de que me escuchaban.
Años después sigo sintiendo algo especial cuando amanece cubierto de niebla. La gente camina apresurada por las calles, con miedo incluso, y los coches con sus luces amarillentas aminoran su marcha. Me recuerdan a pequeños farolillos traspasando un bosque cubierto de zarzas. La niebla a veces es tan espesa que parece meterse en las casas, y si no andas con cuidado se puede quedar escondida en esos rincones oscuros y fríos de la vida. Porque hay gente que vive sumida en desazón, caminando como zombies por las calles. Y es triste verlos, pasan contínuamente a nuestro lado y cuando lo hacen siento frío, y por unos momentos me contagian su tristeza. Me recuerdan a aquellos náufragos que, cuando era pequeña, me pedían ayuda.
Quizás todo esté relacionado, quizás por eso a la gente no le gusta el invierno, la niebla, la lluvia. Porque les recuerda que somos seres débiles, que como cualquier otro animal, nos asustamos fácilmente. Pero a mi me gusta, me gusta ir caminando y hacer un dibujo en mi cabeza de cómo serán los siguientes cinco pasos. Y poder así crear mi propio mundo, extraño, raro. Un mundo en el que a nadie le gusta vivir, pues se vuelven autómatas en sus coches de luces amarillas y caminando apresuradamente para resguardarse en las casas. La gente tiene miedo a lo desconocido, por eso prefieren la luz de un día de verano, donde hasta los rincones más oscuros pierden su magia para mostrar la realidad.

viernes, mayo 02, 2008


Resulta que últimamente me estoy dando cuenta de que mi vida es un conjunto de casualidades que se van uniendo rítmicamente. Y el otro día, mientras le mandaba un
email a un profesor (y mientras lo redactaba se me fue la olla hasta el punto de decirle Pues nada, un beso y cosas por el estilo) entré en los enlaces de Sia y me encontré con un blog muy bueno. No es por hacerle la pelota ni mucho menos, pero Mhedgal tiene algo especial. ¡Os lo recomiendo!
Además, hoy mi madre expone dos de sus cuadros en la Casa da Cultura, junto a otros pintores, y se la ve muy ilusionada. Pinta muy bien mi madre, algún día sacaré fotos de sus cuadros.
Y mi perro Nei "progresa adecuadamente". Es que estaba malito, con un tumor, y ya lo operaron dos veces. Pero ahora se le ve genial. Ojalá pudiérais conocerle.
Otro motivo que me hace feliz es ver que aún existe algo en lo que creer: en la gente. En ciertas personas, que, como Mhedgal, deciden ser donantes de médula y no piden absolutamente nada a cambio. Yo soy donante de sangre, cada 3 o 4 meses, más no puedo porque no me dejan. Pero me estoy planteando lo de la médula, pues supondría ayudar a muchísima gente. ¡Y os animo a que también lo hagais!
Por otra parte, estoy haciendo un trabajo para Arqueología Clásica con Alberto y Patri sobre la navegación romana y me ha tocado la parte de faros y comercio. ¡Me voy a volver una experta a este paso!Jajaja... estoy ampliando conocimientos, por si algún día se me da por ahí y me construyo mi propio faro para guiar el rumbo de los barcos escuchando el sonido de las olas. Siempre he pensado que es uno de los trabajos más increíbles del mundo. Solitario, si, pero de vez en cuando la soledad también es buena.
Me despido ya deseándoles a todos un buen día, que disfruteis de la primavera, que nos regala estampas increibles.