Puede que al final todos seamos actores en una gran obra de
teatro,
cubiertos por una máscara que nos deja ver
sólo aquello que decidimos mostrar.
Quizás la vida se trate de eso,
de demostrar que podemos convertirnos en otros,
guardando bajo la coraza de hierro oxidado
nuestros verdaderos sentimientos.
Enseñar el verdadero rostro,
el de los ojos cristalinos,
eso,
eso sólo lo consiguen algunos valientes.
Luchar contra la diosa Soledad
es a veces más necio
que regirse por las leyes de la locura.
Por eso algunos deciden
coger el camino más corto,
el que lleva a la Nada.