jueves, julio 30, 2009



Silencio. Soledad. Tristeza.

Casas deshabitadas.

Entrar en una es como parar el tiempo. Los relojes en la pared marcan horas imposibles, la madera del suelo cruje y los cristales de las ventanas están esparcidos en mil pedazos. Una vieja silla espera impaciente que alguien limpie su polvo. Sombras y claroscuros, luces que se filtran como rayos divinos entre las grietas del tejado. Casas que al ser abandonadas frenan sus vidas, haciendo que el visitante se sienta como un anciano ante su viejo baúl de recuerdos.

Por eso, porque no quiero que queden en el olvido, hago mi pequeña colección de fotografías. Al margen de las carreteras viejos caserones de piedra y madera abren sus puertas deseosas de que al menos alguien las recuerde, por eso no lo puedo evitar, y frenamos el coche. Cojo la cámara, abro la verja oxidada he inmortalizo...inmortalizo cada rincón perdido en el olvido.

martes, julio 21, 2009

Sobre pájaros...

Así son las cosas, un día dejas de ser útil, y quedas esperando una muerte lenta, una autodestrucción del yo, ego para los más puritanos de la lengua. Esperando como pájaros anclados a cables de alto voltaje, temerosos de un paso en falso.

jueves, julio 09, 2009

Sueños de cosmonauta.


Yo quería ser cosmonauta, como Yuri Gagarin, y poder ver la tierra desde allá arriba. Comprobar que no hay dioses, ni barreras, y que allá fuera todo es silencio y oscuridad sólo interrumpida por miles, millones de estrellas. Recuerdo que con 9 años le cogía el telescopio a mi padre y me pasaba horas y horas viendo el firmamento, hasta que mi madre me mandaban a dormir. Mi libro favorito se llamaba El Universo, y todavía rememoro cada página de aquel asombroso mundo que se aparecía día tras día al releerlo.

Años después, tristemente soy consciente de que jamás cruzaré el hilo que separa a los hombres del infinito. No estudié Física, ni mi vida puede acercarme de ningún modo a todo lo que soñaba de pequeña. Los cosmonautas ya no existen, al menos no en su esencia. La URSS ya no está y los americanos son los que ganan hoy en día la carrera espacial. La Guerra Fría sólo se estudia en los libros de Historia, y los niños no ven más allá de sus habitaciones repletas de juguetes.

Pero a día de hoy, todavía saco el viejo telescopio en las noches de verano, le limpio el polvo a la lupa y me siento a observar Orión en todo su esplendor, la primera constelación que conseguí aprenderme sin necesidad de buscarla en mapas astronómicos.

Yo quería ser como Yuri Gagarín, y poder decir aquello de Poyejali! justo antes de despegar el Vostok I en el que sería el primer viaje del hombre al espacio. Un hombre que acabó consumido por la fama y que murió accidentalmente en un vuelo sobrevolando su amada Moscú. Un hombre valiente que empezó siendo un humilde mecánico y que cuando estaba allá arriba, sobrevolando la tierra, dijo:

"Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos".

Por desgracia, los pobladores del mundo no le hemos hecho demasiado caso.