La última vez que lo vi me juró que viviría. Sobrevivir siempre ha sido lo suyo, por eso aquel día, con lágrimas en los ojos,
me pidió venganza.
Pero no vivió, se tiró desde un sucio acantilado
para no volver más.
Sólo los cuervos saben porqué.
Sólo los cuervos entienden ese dolor en el corazón.
Y ahora yo tengo que vengarme de un alma desvalida.
Mi cabeza da vueltas...
Tengo que odiar a un ser amado.
Porque tú, tú le has matado.
Y como en aquella canción,
seremos agua y fuego, y apagaré la furia de tu alma
calcinando mi corazón ceniciento.