Dos semanas desconectada del mundo, de este mundo, compartiendo techo con mi compañera de andanzas de TODA una vida, con un hobbit sonriente y creador de sonrisas, con una mujer de mundo y con la personificación de la soledad.
Escalé la montaña más alta y en el último momento el viento me hizo caer. Nos hizo caer. Y lloramos. Nos lamentamos pero un duende de la montaña nos hizo volver a sonreír, y nos llevó a su cueva para poder sentirnos como otros se habían sentido antes.
Nos bañamos en el océano cálido entre los acantilados. Una camiseta blanca me hizo sentir diferente.
Un bosque encantado plagado de laurisilvas en el que convertirnos en trasgos de media noche.
Sin vértigo nos encaramamos al abismo del mundo, y allá lejos, en el horizonte, el brillo de lo que fue y ya no es.
1 comentarios:
Ya te dije que escribias con el corazon ^__^ y no andaba desencaminado. Muchos besos mogurita :*
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