viernes, mayo 01, 2009
Camino de hierro II. Una ducha fría.
Llevaba esperando un buen rato. Por su culpa el cliente de la una se iba a largar por donde había venido. Aunque pensándolo bien, siempre podía agenciarse al hombre aquel de la máquina, no le vendría mal un alivio después de perder tanta pasta. O puede que aquel otro tipejo que fumaba descontroladamente. Tenía pinta de no haber pasado por una cama de una señorita en muchos años.
En estas estaba pensando cuando apareció. Iba muy bien vestido, elegante, limpio... ojalá fuesen así mis clientes, pensó. Se sentó junto a ella y le ofreció un cigarro. Parecía nervioso.
- ¿Tienes mi dinero?
- Aquí está todo- le entregó un sobre arrugado a la mujer, que de inmediato se dispuso a examinarlo.
- Bien, ¿qué quieres de mí?
- No tengo mucho tiempo, así que iré al grano: se que tienes un cliente, un tal Curtis, flaco, muy alto, ¿me sigues?
- ¿Ese cabrón? Si, claro que sé quien es. Un desgraciado, eso es lo que es.
- Necesito que le entregues una cosa.
- ¿Y por qué no lo haces tu mismo y me dejas tranquila?
De pronto la puerta del bar se abrió y un hombre de mediana edad bajó los escalones. Parecía buscar algo. Llevaba una gabardina negra y un sombrero de ala corta que le daba cierto aire misterioso. Era bastante atractivo, y su rostro, perfectamente afeitado, denotaba inteligencia. Se sentó cerca de la entrada y pronto sintió cómo les observaba. Su nerviosismo aumentó.
-¿Me estás escuchando? ¡Que por qué demonios no lo haces tú y me dejas en paz!
- Ssshhh, baja la voz, por favor. Yo... digamos que no creo que pueda hacerlo.
- Le tienes miedo.
- No se trata de eso.
- ¿Y entonces de qué? ¡Ya me estoy cansando de tanto misterio!
- Por favor, baja la voz. Es simple, tú haz lo que yo te diga, y recibirás el doble de lo que te he dado.
- Quiero el triple. O lo tomas o lo dejas.
- ....
- Tengo que ganarme la vida amigo.
- Está bien.
Sacó del bolsillo una libreta y escribió una dirección.
- Mañana ve por allí a las 12 del mediodía. Una mujer, mi... una mujer te abrirá la puerta. Dile que te de el dinero, que te envío yo. Y ahora atiende, por favor. No tenemos mucho tiempo. Toma, este paquete debes dárselo a Curtis. Él ya sabe lo que tiene que hacer. Dáselo cuanto antes, será lo mejor para ti.
- ¿Qué pasa, es una bomba o qué?
- Esto es serio. Hazme caso, cuanto antes te deshagas del paquete, mejor.
El ruido de la lluvia en la calle les hizo girarse hacia la entrada. Un hombre corpulento sacó de su abrigo una pistola. Disparó.
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El chico de los zapatos había caído contra la pared, bañándola con su sangre. El impacto de la bala había sido certero y sus sesos estaban esparcidos por todas partes. La mujer de rojo no dejaba de gritar, y se agarraba al hombre de la tragaperras. El camarero ya estaba llamando a la policía, y el de las cartas estaba en tal estado de shock que el cigarro se le consumió en la boca hasta quemarle.
A los 10 minutos apareció la policía. Nos interrogaron. No dije la verdadera razón por la cual me encontraba en aquel tugurio. Más valía ser precavidos, los policías eran unos desalmados que buscaban demasiado pronto la gloria. Nos retuvieron allí una hora. Finalmente nos dejaron salir.
Fuera seguía lloviendo. En aquella maldita ciudad nunca dejaba de llover. Vi que la mujer apresuraba sus pasos y decidí seguirla. Con la que estaba cayendo y no llevaba ni una simple cazadora. Su piel blanquecina se estaba volviendo roja con el frío. Me acerqué a ella.
- ¿Me permite dejarle mi gabardina?
- No. Déjeme en paz.
- Señorita, no me gusta ver que una dama pase frío. Por favor.
Le puse la gabardina por los hombros.
- Terrible, ¿verdad? ¿Era amigo suyo?
- No. No le conocía de nada.
- Pero sin embargo estaban hablando juntos.
- Que pasa, ¿no se puede hablar con un cliente?
- Disculpe pero dudo que fuese su cliente. No era de ese tipo de gente.
- ¿Qué insinua?
- Nada, nada. La acompaño a casa. Espere que paro a un taxi, está lloviendo demasiado.
- Prefiero ir andando. Y si me hace el favor, seguiré sola. Tome su gabardina.
- Una lástima, me hubiera gustado seguir conversando con usted. Aquí tiene mi tarjeta, cualquier cosa, no dude en llamarme. Tengo la impresión de que nos volveremos a ver.
- ¿Qué clase de hombre es usted?
- Uno que intenta ayudarla. Que pase usted una buena noche, señorita.
La vi alejarse bajo la luz de las farolas. Menudo aguacero. Cuando llegué a casa eran las 3 de la madrugada. Me desnudé y fui directo a la ducha. Necesitaba despejar la mente. Tenía que aclarar muchas dudas. Ya en la cocina, cogí una cerveza y me tiré en una silla.
En momentos como este, es cuando más echaba de menos a Susan.
(Continuará...)
2 comentarios:
¡Oh, maldita! Mira que no decirme que habías escrito la continuación...
Sigue estando interesante la cosa, tal vez en un género así los diálogos deben tener más chispa pero... ¿quién soy yo si todo ya ha sido inventado?
Muy bueno!
umm interesante.. aunque me gustó más la primera parte xD
sigue así cacahuete!!
Esta vez no se me colo nigun espacio ni letras repetidas o mal colocadas no? jaja mierda de teckado haha
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