miércoles, mayo 06, 2009





Si alguien me preguntara qué parte del día me gusta más no lo dudaría: las mañanas. Me gusta ver cómo se reactivan las cosas: ves a las señoras camino del mercado, los comercios abriendo, los niños arrastrándose al colegio, gente haciendo footing, bici, dándose el primer baño del día en la playa... En los coches todo el mundo bosteza cuando se forman caravanas, y los insultos se quedan para más tarde, todavía están dormidos. Ssshh.

Y lo mejor de todo es la luz que hay, sobre todo en días como hoy, de primavera, que parece todo como recién lavado. Esta mañana me levanté temprano y fui a dar un paseo, llegué hasta la playa. Me senté en una roca a dibujar cuatro garabatos y mientras, de paso, veía a la gente pasar de un lado para otro. Todo hay que decirlo, estaba tranquilo y no había apenas gente, pero es divertido analizar a las personas sin conocerlas de nada. Pasaban señoras en grupo a paso rápido que hablaban a gritos, chicos con los cascos a todo volúmen, perros con sus amos, amos con sus perros. Pero lo que más me llamó la atención de todos fue un hombre. Iba descalzo, caminando por la arena, y llevaba en una mano una cámara de fotos de las buenas, con un objetivo enorme. Se puso en la orilla y empezó a sacar fotos al mar. Al barquito que llegaba, a un surfista, a una gaviota, al horizonte del atlántico. Así un buen rato. Luego se tumbó en la arena, sacó una libreta, y se puso a escribir. Cuando acabó, me miró, sonrió y se marchó.

Si, ya sé que no tiene nada de particular, pero aquel hombre era diferente. Era un Hemingway del siglo XXI, tenía un aspecto tan particular que sería de locos no fijarse en él. Me gustó pensar que todavía queda gente que rompe los moldes.

De camino a casa me crucé con Marisa. Un día os tengo que hablar de ella; es otra de esas personas que rompen las normas. Me sonrió, como de costumbre, y echó a correr. Llegaba tarde al colegio.

Ahora toca trabajar y sinceramente me cuesta bastante. No se me va de la cabeza aquel hombre y su manera de ver... no de ver las cosas, sino de mirarlas. A ver si tengo suerte y me lo vuelvo a encontrar mañana.

3 comentarios:

Faty dijo...

Qué buen aspecto le has dado al blog.

A mí también me encantan las mañanas y el olor a hierba fresca recién regada. El olor del mar cuando aún tus sentidos no han despertado del todo...

Así a cualquiera se le alegra el día..., aunque tenga que trabajar..., afortunadamente por otro lado.

El usuario es el que me permitía para escribirte comentarios, pero si quieres cotillear un poco más...
Una pista..., http://fatiskpiz.wordpress.com

;-)

TheWriter dijo...

Pues yo prefiero la noche, con todos sus desheredados caminando solos, esa oscuridad, el cantar de los alcohólicos...

Pero el hombre que describes es interesante, si lo vuelver a ver háblale ;)

Gobo dijo...

A mi también me encantan las mañanas sobre todo las de sábado en las que te ves con todo el día por delante para hacer lo que mas te guste.
A mi memoria viene una mañana de mi viaje a Japón, en Kyoto el albergue nos despertaba a las 630 y salimos a la calle como a las 730 y paseamos por un kyoto que poco a poco se iba despertando. Atravesamos un pequeño mercado donde algunas tiendas empezaban a abrir y se oia los vitores de los vendedores antes de abrir animandose entre ellos para vender mas ese día. Los géneros llegando las tiendas, las verduras el pescado, las carnes. Y las calles poco a poco empezando a cobrar vida.
Aunque nada puede superar un amanacer en un pequeño bosque de pinos al lado del mar y escuchar el sonido del mar como se despereza...

Curioso personaje ese que vistes, tal vez es la vida que muchos de nosotros querríamos pero quien sabe! tal vez por falta de arrojo, de valentía o simplemente conformismo no damos ese paso...