martes, diciembre 08, 2009


Bienvenidos al Cabo de Buena Esperanza.

Exploradores, marineros rudos, fuertes, esperanzados, que viajaban con barriles cargados de deseos embriagadores, que luchaban contra ballenas gigantes y se acobardaban ante sirenas evocadoras de dulces melodías. Velas, harapos rotos en tempestades, olor a salitre en viejas bodegas inclinadas con el baibén de las olas. Barba de varios días, camisa descamisada, pantalones manchados de brea y sueños en la cabeza... muchos sueños.

Puestas de sol, catalejos y viejas gaviotas cansadas reposando en mástiles carcomidos por la polilla. Orgullo, piedad, espadas oxidadas y ojos tristes.

A lo lejos, un peñasco. Un trozo de tierra abrazando el mar, un acantilado que saluda al recién llegado, que le susurra entre las olas, el viento y las gaviotas.

Viejas esperanzas, largos viajes buscando el horizonte finito del mundo, duras batallas contra un mar bravo y salvaje, indomable... pero finalmente dominado. Hombres que recorrieron medio mundo y que mantuvieron la esperanza.

Tiempo pasó ya de aquellos viejos navegantes de compás y astrolabio, pero algunos de nosotros todavía guardamos la esperanza de volver a sentir como ellos sentían la nostalgia de viajes inolvidables.

4 comentarios:

Esther dijo...

Emprendamos un viaje sin organizar y por encima de todo lo malo zarpemos sin pararnos a pensarlo más.

Y una vez en el mar, quizá nos reencontramos con todos los que fueron zarpando y perdiendo por el camino toda la fuerza ..., y junto a ellos regresemos con la medicina que el conjunto mundo-sociedad sociedad-mundo necesita.

Mientras continuaré estudiando latín...;D

Anónimo dijo...

Que fascinante seria ir en un viaje asi, donde tus sueños viajan contigo en la maleta y el barco es el que nos llevara hacia ellos, los arrapos rotos son la marca de que la lucha sera dura, el tiempo pasara dejando asomar las barbas, pero los barriles cargados de deseos embriagadores y las esperanzas son más fuertes que un mar bravo, salvaje e indomable, yo guardo las esperanzas de volver a sentir esas sensaciones , esperanza sueños, lucha…quiero escuchar el susurro de ese mar en la proa del barco…me lo puedo imaginar y es fantástico.
Ya echábamos de menos tus relatos que siempre nos llevan a sitios de ensueño y nos llena de sensaciones nuevas e inolvidables y esperanzas, como este viaje. Quiero irme en ese barco con mis sueños.

Gobo dijo...

Cada pequeño relato que escribes es un pequeño viaje, te transporta a ese lugar sólo cerrando los ojos.
Los grandes viajes con astrolabio, cuánto ha cambiado eso!!pero creo que aún se pueden hacer viajes con ese espíritu de aventura antigua, a veces cuando salgo de casa me dan ganas de echarme una mochila al hombro y perderme por una aldea escondida en el Himalaya, o atravesar la estepa siberiana a bordo del transiberiano...sueños que como los de esos navegantes estan ahi guardados.

Graciñas por esos lugares que nos enseñas, esos que para verlos, hay que cerrar los ojos...

Daniel Marcos dijo...

La verdad es que son tiempos para recordar.

La vida del marinero de antaño debía ser excitante, inigualable, colosal; cuantos sentimientos habrán tenido en alta mar.