Miedo. Rabia. Dolor. En los últimos meses he pasado de uno a otro estadio, una y otra vez. Para encontrarme finalmente en un precipicio de vacío ensordecedor.
Así acaba la vida, en el más absoluto silencio.
Y mientras, fuera, la gente sigue riendo, los coches pitan y una mujer arrastra a su hijo al colegio.
A mi que nadie me vuelva a hablar de justicia, eso no existe.
martes, septiembre 28, 2010
domingo, septiembre 05, 2010
Cuando las nubes se vuelven rosas y el mar negro, entonces, y sólo entonces, apareces tú. Bajas despacio unas escaleras, como si tuvieras miedo a caerte, pisando cada escalón con suavidad. La madera cruje a tu paso, y un abejorro pasa silvando cerca de mi oído. Dicen que cuando sueño contigo tengo una sonrisa pintada en la cara, que mi respiración se acelera y mis manos, antes firmes, se vuelven temblorosas.
Dicen también que el sueño se desvanece, y al poco estoy de nuevo despierta, y sola.
Y que de mis ojos brotan lágrimas, lágrimas negras.
Dicen también que el sueño se desvanece, y al poco estoy de nuevo despierta, y sola.
Y que de mis ojos brotan lágrimas, lágrimas negras.