domingo, noviembre 16, 2008

Tiempos revueltos


Llevo tiempo dándole vueltas a la idea de lo absurdo que es el sistema en el que vivimos, ya no hablando en términos diplomáticos de capitalismo o era tecnológica, sino de lo absurdo de integrarse hasta tal punto en él que ya no somos siquiera conscientes de nuestros actos hasta que ya es demasiado tarde. Desde pequeños somos tratados como futuros seres en potencia, yendo y viniendo de una escuela donde poder conseguir los conocimientos necesarios, o al menos, mínimos, para poder vivir en sociedad. Luego la gente se bifurca: los hay que trabajan, los hay que prolongan los estudios... pero el fin último es el mismo: llegar a la situación BASE desde la que partir para convertirse en un adulto, con sus propios ingresos y con una vida encaminada. El problema es cuando, llegado a esa BASE, te das cuenta de lo absurdo que ha sido todo hasta el momento. Es más, te das cuenta de que lo más absurdo llega justo ahora, cuando entras de lleno en el Sistema, como si fuesemos pequeñas piezas de un engranaje superior. Al entrar estamos aceptando, firmando, unos términos que son incuestionables (horarios, responsabilidades, máxima fidelidad...) puesto que el mero hecho de cuestionarlos supondría un derrumbe del Sistema, y como consecuencia, la llegada del CAOS y de la anarquía. Cumplido pues con ese primer escalón, lo siguiente es formar una familia, ya sea con hijos o simplemente el hecho de mantener una pareja estable durante tiempo indeterminado. Si no la consigues, el Sistema, la Sociedad, te tacha de inadaptado social, de raro, de incomprendido. Si rompes los lazos de esa pareja, eres un fracasado. El tercer paso es, para mi, el peor. Llamémosle la Monotonía, la Cordura, lo opuesto a la tan temida LOCURA. Es sencillo: tienes un trabajo, una familia, ya no aspires a más. Para el Sistema es suficiente, la pareja te mantiene ocupada con sus peleas el tiempo en que no estás en el trabajo aportando tus miserias. La monotonía llega al segundo día, y rodeado de más seres monótonos, se vuelve todo como una pequeña caja de cerillas llena de autómatas. El que decide preguntarse, cuestionarse, cualquier mínimo detalle es tachado de loco. Así, el resto de la sociedad continúa su ritmo incansable sin preguntarse si aquel pobre hombre podría tener algo de razón. No, puesto que hacerle caso supondría aceptar que nosotros también estamos locos.


Poca gente se atreve a escoger caminos diferentes a los que el Sistema te marca, poca gente es lo suficientemente valiente. Ahora es el momento de preguntarse si esto es lo que quieres, si el fin último en esta vida es trabajar y crear una familia, o si hay algo más allá que nos intentan ocultar. Siempre me gustó pensar que los casos de cientos, miles de personas desaparecidas, que un día salen de su casa y nunca más vuelven a saber de ellos, puede que tenga algo que ver con todo esto. Puede que se trate de gente que se para un momento a pensar y decide cuestionarse su propia situación. Y toman otro rumbo, quien sabe a donde...

2 comentarios:

Gobo dijo...

El problema de una sociedad es cuando esa sociedad intenta fabricar robots de pensamientos iguales que se muevan por una misma energia lease dinero fama exito o cualquier otra cosa.
Vivimos en un mundo, en una sociedad capitalista que nos encamina hacia el dicho de gasta más y ten más y serás más feliz.
A veces como dices la vida se puede transformar en una cadena de eslabones unidos que te conduncen a no se donden siempre siguiendo los mismos pasos, llega a ser irónico que uno de los metodos de romper tal cadena sea poseyendo más dinero, la tremenda importancia que tiene este en todo.

Un placer leerte como siempre

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Muchas veces dan ganas de desaparecer y tirar con todo. Odio que la gente te encasille dentro de un patrón determinado, como si no tuvieras oportunidad de hacer nada más...
El problema reside en que la sociedad, con sus diferentes mecanismos, es lo más cómodo que conocemos, y más allá de sus fronteras sólo hay oscuridad e incertidumbre.
De todas formas, llega un momento en que consigues apreciar la belleza de las pequeñas cosas, de aquello que la sociedad no consigue dominar del todo y que aun así llega a penetrar en su interior aportando algo de luz.
Muchas veces dan ganas de acabar con todo y seguir otro camino, pero en esos momentos pienso en que es mejor mirar los problemas de frente y luchar por arreglarlos, intentar cambiar el mundo que nos rodea para hacerlo un poco mejor.
Al final, por muy lejos que huyas, la frustración sigue dentro de tí, y las cosas sólo se solucinan enfrentándose a ellas, mirándolas a la cara.
Soy de las que piensa que la pasión no es un estado pasajero que va cediendo con las primeras canas. La pasión debe marcar nuestras vidas, todo lo que hacemos, así como nuestra lucha por mejorarlo o transformarlo. El capitalismo, a base de hipotecas y otras obligaciones, intenta acabar con nuestro derecho a apasionarnos, pero la decisión, al fin y al cabo, nos corresponde unicamente a nosotros.
Un saludo