jueves, abril 21, 2011

Sangre derramada

El ser humano es extraordinario. Si, es un anuncio de una conocida marca de refrescos, pero me viene que ni al pelo para la historia que os voy a contar. Las impresionantes pirámides de Egipto, los clásicos templos griegos, la sobriedad de las iglesias románicas... desde siempre el ser humano ha construído obras de gran complejidad que a día de hoy todavía nos mantienen maravillados. El sudor de muchos hombres, la sangre derramada de otros tantos, han permitido que nos llegue su trabajo en forma de grandes monumentos. Pero claro, siempre hay esfuerzos que se quedan por el camino, que nunca merecerán el respeto que otros sí parecen merecer. 

Ayer buscando por la red algún sitio bonito que visitar me encontré con una historia de lo más curiosa. Se trata del túnel de La Engaña. Situémonos: año 1941, en plena posguerra española, se decide construir un ferrocarril que conecte el Mar Mediterráneo con el Cantábrico, del cual sólo sería necesario aumentar vías en ciertas partes para conectar las ya existentes. Y una de esas vías era una obra de ingeniería que supondría el mayor túnel de la época. Era necesario para atravesar una cordillera que separaba la provincia de Burgos de la comunidad cántabra. Una obra que supondría una perforación de nada menos que 6.976 m de longitud, una anchura de 8 y una altura de 6.5. Para llevarlo a cabo construyeron dos poblados, uno en cada boca del túnel, para albergar a los presos (en su mayoría republicanos) que se encargarían de construir la obra. 

Entrada Sur

Y así fue como, emulando a los americanos en la construcción de su famoso ferrocarril, la excavación empezó en 1951 por ambas bocas, avanzando unos 3 metros al dia. Las dificultades con las que se fueron encontrando a lo largo de la obra llevó a que los 4 años previstos para finalizarla se convirtiesen en 8. Los presos fueron absueltos pero muchos siguieron trabajando en el túnel, ayudados por nuevos operarios, y pese a que las fuentes no dan cifras concretas, se cree que unos 20 trabajadores murieron en la construcción del túnel, más todos los que posteriormente se vieron afectados por la tristemente conocida silicosis, enfermedad pulmonar sin cura producida por la inhalación de químicos contenidos en la sílice cristalina.


Interior del túnel cubierto por el agua

Pero lo más triste de esta historia es que una vez terminado el túnel, en 1959, se paralizó la obra de la vía que comunicaría los dos mares cuando a penas faltaban 50 km por terminar. Pese a ello funcionó en los tramos sí finalizados, entre ellos el túnel, pero con el gobierno de Felipe González se clausuraron todas aquellas vías que no superasen un determinado número de beneficios económicos, y el túnel de La Engaña se cerró para siempre al tráfico ferroviario. Tantos esfuerzos, de tantas personas, quedados en el olvido. 

Entrada Norte del túnel
Hoy en día pocos intrépidos deciden aventurarse en sus entrañas, pues en 1999 en el kilómetro 2.8 se produjo un derrumbe que impide la comunicación de una a otra salida. Además, es peligroso por posibles derrumbes de la estructura debido al abandono, y el suelo está cubierto de agua, debido a las proximidades del río que da nombre al olvidado túnel. Quisiera poder ir algún día y verlo con mis propios ojos, una obra de ingeniería ahogada por hiedras y desprendimientos, con los ecos de los presos picando la piedra, sabiendo que su esfuerzo no serviría de mucho en una España donde la historia, el arte y la cultura se olvidan demasiado pronto.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

que triste, pero este país es muy parecido a ese túnel, por mucho que te esfuerces, nunca te darán el merito que te mereces, solo la estupidez y la mediocridad tienen sitio...es triste pero cierto, habría que ir un día y recordar a esa gente que murió en el olvido y el anonimato, tenemos que recorrer eses parajes para recordar a esa gente, fantástica la historia, enhorabuena¡¡