martes, diciembre 08, 2009
Bienvenidos al Cabo de Buena Esperanza.
Exploradores, marineros rudos, fuertes, esperanzados, que viajaban con barriles cargados de deseos embriagadores, que luchaban contra ballenas gigantes y se acobardaban ante sirenas evocadoras de dulces melodías. Velas, harapos rotos en tempestades, olor a salitre en viejas bodegas inclinadas con el baibén de las olas. Barba de varios días, camisa descamisada, pantalones manchados de brea y sueños en la cabeza... muchos sueños.
Puestas de sol, catalejos y viejas gaviotas cansadas reposando en mástiles carcomidos por la polilla. Orgullo, piedad, espadas oxidadas y ojos tristes.
A lo lejos, un peñasco. Un trozo de tierra abrazando el mar, un acantilado que saluda al recién llegado, que le susurra entre las olas, el viento y las gaviotas.
Viejas esperanzas, largos viajes buscando el horizonte finito del mundo, duras batallas contra un mar bravo y salvaje, indomable... pero finalmente dominado. Hombres que recorrieron medio mundo y que mantuvieron la esperanza.
Tiempo pasó ya de aquellos viejos navegantes de compás y astrolabio, pero algunos de nosotros todavía guardamos la esperanza de volver a sentir como ellos sentían la nostalgia de viajes inolvidables.
lunes, noviembre 16, 2009
Piensa que nadie la observa y murmura una dulce melodía. Su cuello, pálido, suave al tacto, se eriza con una corriente de aire demasiado fría. El escalofrío va recorriendo lentamente su cuerpo agotado, como si de un suspiro se tratara.
Es una mujer anónima.
Nadie le ha dicho que hoy estaba muy guapa con su nuevo vestido, ni tan siquiera la han mirado de refilón al pasar por la ventana. Vive entre cuatro paredes. Dice vivir. Los días pasan y su piel tersa dejará de serlo, su cabello dorado se teñirá de canas y la luz de sus ojos se apagará dejando a oscuras los recuerdos.
Es una mujer triste.
Frente al espejo simula ser quien no es, sonriendo hasta que el carmín de los labios se desfigura en una mueca trágica y cómica a la vez. Sueña con poder ser otra, con sentirse deseada, con que los ojos de algún hombre se posen en su alma.
Es una mujer que grita.
Grita pidiendo ayuda, que alguien la saque de su jaula. Pero la gente no la ve, camina ciega en su día a día, y Ella pasa a convertirse en una sombra en un cuadro de claroscuros.
sábado, octubre 31, 2009
Una suave brisa mecía el barco con dulzura mientras el silencio nos envolvía en un paño húmedo y salado. El sol producía destellos en el oceáno, y acariciaba nuestros cuerpos mojados creando pequeños dibujos con las gotas de agua. Nubes blancas, algodonosas, perfectas, nos observaban desde un cielo azul cobalto, limpio, puro... En nuestra cara, una sonrisa. Una cría de cormorán curioseaba desde un peñasco cercano, como queriendo acercarse. De un lado, la inmensidad del océano se abría ante nosotros. Del otro, un acantilado de tonos parduzcos, con sus miles de años de formación a sus espaldas contemplándonos. Qué puedes sentir en momentos así.
Cómo encontrar las palabras que describan esa sensación. Escuchar sólo el oleaje, oler el mar, saborear el agua salada, sentir el tacto de los rayos del sol, ver el infinito y no sentir vértigo. Es imposible de explicar, imposible de reflejar con palabras una sensación así.
Sólo espero que al menos podais comprender de qué hablo.
Cómo encontrar las palabras que describan esa sensación. Escuchar sólo el oleaje, oler el mar, saborear el agua salada, sentir el tacto de los rayos del sol, ver el infinito y no sentir vértigo. Es imposible de explicar, imposible de reflejar con palabras una sensación así.
Sólo espero que al menos podais comprender de qué hablo.
domingo, octubre 11, 2009
Soñé que un pájaro rozaba la ventana y a su paso dejaba un juego de luces y sombras. El sonido del silencio repicaba en mi cabeza, y la habitación se encogía queriendo ahogarme. Saltaba por la ventana y echaba a correr, rozando con mis pies descalzos la hierba mojada. Atravesaba valles, colinas y bosques, mi vestido se enganchaba en las zarzas pero yo continuaba. Mi cuerpo se encogía lentamente, sintiendo el frío helador de la noche en cada poro de mi piel. Las estrellas se movían a mi paso, y en el horizonte los primeros rayos del sol dibujaban tonos sepias y rojos que acariciaban las copas de los árboles.
Tomé un camino serpenteante que, colina abajo, parecía perderse en la hojarasca. La colina se convirtió en acantilado, y el acantilado, en playa. La arena blanca resplandecía ya al sol de la mañana, y una ligera brisa mecía con suavidad el océano.
Silencio. Sólo interrumpido por el oleaje.
Me quité el vestido y dejé que los rayos atravesaran mi cuerpo desnudo. Sentía el roce de la arena, suave, cálida, que acariciaba mi alma.
Me sentía libre.
Nota: Tengo la costumbre de acompañar la escritura con una fotografía, pero esta vez prefiero que sea vuestra imaginación la que trabaje con sensaciones.
viernes, octubre 09, 2009
miércoles, octubre 07, 2009
Una mesa con papeles, un ordenador encendido y un funcionario bostezando. Una clase llena de adolescentes, ninguno presta atención, una profesora tímida que se siente inferior. Una oficina, suena un teléfono, nadie lo coge, una secretaria mira abstraída por la ventana.
Una casa, una hipoteca, un coche con el que poder ir al trabajo para pagar la hipoteca, el coche y la ropa que lleva encima. Un absurdo, una sociedad que impone. Que redime a los que se salen de la línea.
Colegio, instituto, universidad... trabajo, jubilación... muerte.
Puedes escoger tu forma de vida. Puedes decidir qué hacer. Ser un miembro más del sistema, o salirte de él. 70, 80 años en los mejores casos. Sólo tú decides como emplearlos.
Una mujer, su pelo revolotea con el viento, pintura y un lienzo. En la playa, una tarde de invierno.
Un mercado, frutas, verduras, colores y sabores. Un hombre ríe mientras vende los productos de su huerta.
Un lago, los pies cuelgan del viejo embarcadero, rozando el agua. Sensación de libertad.
Tú decides.
sábado, octubre 03, 2009
Huele a otoño, a hojas secas y tardes cortas. A cambios de horarios, a nubes negras, a bufandas de rayas y a paraguas rotos. La luz se vuelve naranja, marrón y roja y a las playas naufragan los restos de un verano inolvidable. Ves tu reflejo en los charcos y te devuelven una sonrisa, una sonrisa de otoño. Prisas, atascos, colegios... y de pronto, calles vacías. Unos tacones que gritan ¡eco! en las alcantarillas mientras el cielo retumba.
Almohadas de sueños en los bosques deshojados.
Olor a castañas asadas, chimeneas que dibujan nubes y edificios grises. Café caliente y bizcocho mientras escuchas el repicar de una campana al otro lado del pueblo. Sensaciones que, olvidadas, empiezan a despertar de nuevo.
viernes, septiembre 18, 2009
Quiero un columpio. Y poder volar, que el vestido se me retuerza en bucles infinitos, y las risas se escuchen al otro lado del parque. Quiero sentir el viento en la cara otra vez, y no olvidarme de esa sensación. Echar la cabeza hacia atrás y ver el cielo con sus nubes, blancas, gorditas, tiernas... y quedarme así, balanceandome suavemente...
miércoles, agosto 05, 2009
jueves, julio 30, 2009
Silencio. Soledad. Tristeza.
Casas deshabitadas.
Entrar en una es como parar el tiempo. Los relojes en la pared marcan horas imposibles, la madera del suelo cruje y los cristales de las ventanas están esparcidos en mil pedazos. Una vieja silla espera impaciente que alguien limpie su polvo. Sombras y claroscuros, luces que se filtran como rayos divinos entre las grietas del tejado. Casas que al ser abandonadas frenan sus vidas, haciendo que el visitante se sienta como un anciano ante su viejo baúl de recuerdos.
Por eso, porque no quiero que queden en el olvido, hago mi pequeña colección de fotografías. Al margen de las carreteras viejos caserones de piedra y madera abren sus puertas deseosas de que al menos alguien las recuerde, por eso no lo puedo evitar, y frenamos el coche. Cojo la cámara, abro la verja oxidada he inmortalizo...inmortalizo cada rincón perdido en el olvido.
martes, julio 21, 2009
jueves, julio 09, 2009
Sueños de cosmonauta.
Yo quería ser cosmonauta, como Yuri Gagarin, y poder ver la tierra desde allá arriba. Comprobar que no hay dioses, ni barreras, y que allá fuera todo es silencio y oscuridad sólo interrumpida por miles, millones de estrellas. Recuerdo que con 9 años le cogía el telescopio a mi padre y me pasaba horas y horas viendo el firmamento, hasta que mi madre me mandaban a dormir. Mi libro favorito se llamaba El Universo, y todavía rememoro cada página de aquel asombroso mundo que se aparecía día tras día al releerlo.
Años después, tristemente soy consciente de que jamás cruzaré el hilo que separa a los hombres del infinito. No estudié Física, ni mi vida puede acercarme de ningún modo a todo lo que soñaba de pequeña. Los cosmonautas ya no existen, al menos no en su esencia. La URSS ya no está y los americanos son los que ganan hoy en día la carrera espacial. La Guerra Fría sólo se estudia en los libros de Historia, y los niños no ven más allá de sus habitaciones repletas de juguetes.
Pero a día de hoy, todavía saco el viejo telescopio en las noches de verano, le limpio el polvo a la lupa y me siento a observar Orión en todo su esplendor, la primera constelación que conseguí aprenderme sin necesidad de buscarla en mapas astronómicos.
Yo quería ser como Yuri Gagarín, y poder decir aquello de Poyejali! justo antes de despegar el Vostok I en el que sería el primer viaje del hombre al espacio. Un hombre que acabó consumido por la fama y que murió accidentalmente en un vuelo sobrevolando su amada Moscú. Un hombre valiente que empezó siendo un humilde mecánico y que cuando estaba allá arriba, sobrevolando la tierra, dijo:
"Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos".
Por desgracia, los pobladores del mundo no le hemos hecho demasiado caso.
domingo, junio 28, 2009
¡Pasajeros al tren!
Y lo último que escuché fue el traqueteo del vagón alejándose hacia Nueva Orleans.
lunes, junio 22, 2009
Sueño con sensaciones, con sentir el silencio.
A menudo sueño con un viejo caserón vacío, donde los muebles son el polvo y las manchas de las paredes, los cuadros. Sueño con un descampado cubierto de hierba fresca, donde poder tumbarse y rodar. También sueño con un grifo que gotea, con ese sonido rítmico y acuoso. En mis sueños también aparece una vieja tumba de mármol, desgastada por los años, y encima una mujer vestida de negro me invita a acercarme.
También hay una carretera, voy conduciendo una vieja motocicleta roja y sólo se escucha el traqueteo del motor. Miro hacia atrás y no hay nada, sólo el vacío. Sin embargo ante mi una cordillera oscura me vigila a lo lejos, mientras el sol ciega mis ojos y me obliga a colocar una mano a modo de visera.
Lo importante de todos estos sueños no es el contenido, es la sensación que dejan en mi cuerpo. Como cuando tienes sed y alguien te ofrece un vaso de agua.
sábado, junio 20, 2009
Te paras justo en el borde del mundo y debes decidir hacia que lado torcer... aunque a veces es mejor continuar recto.
jueves, mayo 28, 2009
domingo, mayo 24, 2009
Ayer me encontré a Marisa y había perdido su sonrisa.
Marisa es esa niña que todos fuimos algún día, al menos unos segundos de nuestras vidas. No es como los demás niños. Viste siempre con unos zapatos desgastados cuyos cordones, dice ella, quieren escaparse, por eso siempre acaban desabrochándose.
Marisa siempre sonríe, y sin embargo, siempre está sola. Su único amigo es su abuelo, un viejo lobo de mar que se resiste a dejar la gorra de capitán. Es curioso verlos juntos. Siempre caminan igual, con las mismas grandes zancadas. Y con los mismos zapatos desabrochados.
Marisa no tiene padre ni madre. Ella murió al dar a luz, y él, dicen, se volvió loco y un día cogió su maleta y se marchó. Yo le llamaría cobardía. Pero quien sabe. Así que Marisa se quedó sóla con su abuelo.
A diferencia de los niños de su edad, Marisa va a casi cualquier sitio sola. Se pasa el día en la calle, haciendo recados o simplemente tumbada en la hierba del viejo parque junto al muelle, porque dice que le gusta ver llegar a los barcos oxidados que llevan al desguace. Son barcos tristes, dice, y por eso quiere hacerles compañía.
Así que cuando nadie mira, Marisa se introduce en los viejos cascarones rotos y juega a ser pirata por última vez. En todos y cada uno de los barcos. Marisa es única.
Yo creo que Marisa no tiene amigos porque los niños de hoy en día no la comprenden. Ella se tumba horas y horas viendo las nubes, jugando a buscar formas, y eso, para los niños de las videoconsolas es demasiado aburrido. Pero ella no se deja llevar, y le da igual ser diferente a los demás.
Pero ayer, cuando llegué al muelle, la vi sentada en el columpio oxidado, cabizbaja. Me senté a su lado y le pregunté qué le pasaba. Me dijo que un niño le había dicho en la escuela que iban a cerrar la empresa de desguaces, y que por lo tanto, ya no vendrían más viejos barcos a morir al muelle. Le dije que no se preocupara, que todo se arreglaría, pero hasta a mí me sonaban huecas las palabras.
No me quedé tranquila así que fui al puerto a preguntar. Después de varias malas contestaciones me dijeron que quieren construir un centro comercial, de esos con luces, grandes cines, tiendas de ropa y máquinas expendedoras de sonrisas. Pagando, claro. Y no me lo quise creer, no me lo quiero creer.
Pobre Marisa... tendré que encontrarle un nuevo refugio donde jugar a los piratas.
sábado, mayo 09, 2009
Tengo un encargo, de mi abuela: tengo que redactarle un documento para que, el día que se muera, pueda ser incinerada.
No me lo pidió ella expresamente, pero como se que a mi hermana estas cosas le cuestan más pues me ofrecí yo misma para hacerlo. Habrá quien lo vea macabro, es lógico, pero se puede ver también desde el otro lado del espejo: algo bonito que hacer por mi abuela. Quiere esparcir sus cenizas en un acantilado para caer al mar (aunque esto sea ilegal). Y se ve que para incinerarse hay que tenerlo bien preparado de antemano, sino, al nicho de cabeza. O de pies.
A mi me cabrea mucho el tema. Resulta que si te quieres enterrar en tu jardín, debajo de un árbol, no puedes. También está prohibido tirar las cenizas por ahí, hacer tu cementerio particular o quemarte en una barca como hacían los viquingos. Prohibiciones y más prohibiciones.
Resumiendo... sólo hay dos posibilidades: o te entierras en un horrible nicho de hormigón, o te incineras y dejas las cenizas en una urna bien colocadita encima de la chimenea. Y a mí no me va ni lo uno ni lo otro. Y me repatea mucho que nos obliguen a sufrir con la muerte, que nos entierren en cementerios cristianos cuando te has pasado la vida despotricando de la Iglesia, que un cura diga cuatro estupideces en un entierro donde el 80% de la gente son cotillas que sólo buscan el morbo del momento.
Cuando murió mi tía, en el entierro, había demasiada gente desconocida, sobre todo señoras de negro que cuchicheaban por lo bajo. Muy ancianas para haber conocido a mi tía y no eran familiares. No me jodas. Y resulta que tiempo después fui a otro entierro y juraría que eran las mismas señoras.
Y el velatorio, tener que estar viendo una caja con el cadáver dentro que parece estar a punto de levantarse y decir: ¡Iros todos a casa y dejadme descansar ya! Pero claro, las tradiciones son las tradiciones, la religión, la cultura... demasiada mezcla explosiva de castigo, dolor, sangre y pinchos. Entonces es cuando más envidio sociedades donde la muerte no es dolor, la muerte es un paso natural de la vida y punto. No quiero decir que no debamos sufrir, es normal. Pero sufrir lo que nuestro cuerpo dicte, no lo que decida el cura. Señoras que guardan luto años y años y que luego, aunque tengan la posibilidad, no se vuelven a emparejar. Y no se trata de respeto a su marido, no. Es cuestión de egoísmo puro y duro, aunque suene extraño.
Visto lo visto, creo que dejaré bien atado cómo será el día de mi entierro. Algo del tipo: nadie de negro, la gente vestida de blanco, rojo o violeta. Muchas flores silvestres, que me entierren debajo de un árbol y que suenen mis canciones favoritas. Que mis amigos lean cosas escritas por ellos, que no haya cura, ni símbolos, ni nada. Que luego hagan una comida en la hierba, con mantelitos de cuadros y mermelada, mientras bailan, cantan y beben. Que las lágrimas sean las justas para dejar paso a las carcajadas y que finalmente, cuando vuelvan a sus casas, sólo se acuerden de mi para sonreír. Si, no estaría mal.
miércoles, mayo 06, 2009
Si alguien me preguntara qué parte del día me gusta más no lo dudaría: las mañanas. Me gusta ver cómo se reactivan las cosas: ves a las señoras camino del mercado, los comercios abriendo, los niños arrastrándose al colegio, gente haciendo footing, bici, dándose el primer baño del día en la playa... En los coches todo el mundo bosteza cuando se forman caravanas, y los insultos se quedan para más tarde, todavía están dormidos. Ssshh.
Y lo mejor de todo es la luz que hay, sobre todo en días como hoy, de primavera, que parece todo como recién lavado. Esta mañana me levanté temprano y fui a dar un paseo, llegué hasta la playa. Me senté en una roca a dibujar cuatro garabatos y mientras, de paso, veía a la gente pasar de un lado para otro. Todo hay que decirlo, estaba tranquilo y no había apenas gente, pero es divertido analizar a las personas sin conocerlas de nada. Pasaban señoras en grupo a paso rápido que hablaban a gritos, chicos con los cascos a todo volúmen, perros con sus amos, amos con sus perros. Pero lo que más me llamó la atención de todos fue un hombre. Iba descalzo, caminando por la arena, y llevaba en una mano una cámara de fotos de las buenas, con un objetivo enorme. Se puso en la orilla y empezó a sacar fotos al mar. Al barquito que llegaba, a un surfista, a una gaviota, al horizonte del atlántico. Así un buen rato. Luego se tumbó en la arena, sacó una libreta, y se puso a escribir. Cuando acabó, me miró, sonrió y se marchó.
Si, ya sé que no tiene nada de particular, pero aquel hombre era diferente. Era un Hemingway del siglo XXI, tenía un aspecto tan particular que sería de locos no fijarse en él. Me gustó pensar que todavía queda gente que rompe los moldes.
De camino a casa me crucé con Marisa. Un día os tengo que hablar de ella; es otra de esas personas que rompen las normas. Me sonrió, como de costumbre, y echó a correr. Llegaba tarde al colegio.
Ahora toca trabajar y sinceramente me cuesta bastante. No se me va de la cabeza aquel hombre y su manera de ver... no de ver las cosas, sino de mirarlas. A ver si tengo suerte y me lo vuelvo a encontrar mañana.
domingo, mayo 03, 2009
viernes, mayo 01, 2009
Camino de hierro II. Una ducha fría.
Llevaba esperando un buen rato. Por su culpa el cliente de la una se iba a largar por donde había venido. Aunque pensándolo bien, siempre podía agenciarse al hombre aquel de la máquina, no le vendría mal un alivio después de perder tanta pasta. O puede que aquel otro tipejo que fumaba descontroladamente. Tenía pinta de no haber pasado por una cama de una señorita en muchos años.
En estas estaba pensando cuando apareció. Iba muy bien vestido, elegante, limpio... ojalá fuesen así mis clientes, pensó. Se sentó junto a ella y le ofreció un cigarro. Parecía nervioso.
- ¿Tienes mi dinero?
- Aquí está todo- le entregó un sobre arrugado a la mujer, que de inmediato se dispuso a examinarlo.
- Bien, ¿qué quieres de mí?
- No tengo mucho tiempo, así que iré al grano: se que tienes un cliente, un tal Curtis, flaco, muy alto, ¿me sigues?
- ¿Ese cabrón? Si, claro que sé quien es. Un desgraciado, eso es lo que es.
- Necesito que le entregues una cosa.
- ¿Y por qué no lo haces tu mismo y me dejas tranquila?
De pronto la puerta del bar se abrió y un hombre de mediana edad bajó los escalones. Parecía buscar algo. Llevaba una gabardina negra y un sombrero de ala corta que le daba cierto aire misterioso. Era bastante atractivo, y su rostro, perfectamente afeitado, denotaba inteligencia. Se sentó cerca de la entrada y pronto sintió cómo les observaba. Su nerviosismo aumentó.
-¿Me estás escuchando? ¡Que por qué demonios no lo haces tú y me dejas en paz!
- Ssshhh, baja la voz, por favor. Yo... digamos que no creo que pueda hacerlo.
- Le tienes miedo.
- No se trata de eso.
- ¿Y entonces de qué? ¡Ya me estoy cansando de tanto misterio!
- Por favor, baja la voz. Es simple, tú haz lo que yo te diga, y recibirás el doble de lo que te he dado.
- Quiero el triple. O lo tomas o lo dejas.
- ....
- Tengo que ganarme la vida amigo.
- Está bien.
Sacó del bolsillo una libreta y escribió una dirección.
- Mañana ve por allí a las 12 del mediodía. Una mujer, mi... una mujer te abrirá la puerta. Dile que te de el dinero, que te envío yo. Y ahora atiende, por favor. No tenemos mucho tiempo. Toma, este paquete debes dárselo a Curtis. Él ya sabe lo que tiene que hacer. Dáselo cuanto antes, será lo mejor para ti.
- ¿Qué pasa, es una bomba o qué?
- Esto es serio. Hazme caso, cuanto antes te deshagas del paquete, mejor.
El ruido de la lluvia en la calle les hizo girarse hacia la entrada. Un hombre corpulento sacó de su abrigo una pistola. Disparó.
..............................................
El chico de los zapatos había caído contra la pared, bañándola con su sangre. El impacto de la bala había sido certero y sus sesos estaban esparcidos por todas partes. La mujer de rojo no dejaba de gritar, y se agarraba al hombre de la tragaperras. El camarero ya estaba llamando a la policía, y el de las cartas estaba en tal estado de shock que el cigarro se le consumió en la boca hasta quemarle.
A los 10 minutos apareció la policía. Nos interrogaron. No dije la verdadera razón por la cual me encontraba en aquel tugurio. Más valía ser precavidos, los policías eran unos desalmados que buscaban demasiado pronto la gloria. Nos retuvieron allí una hora. Finalmente nos dejaron salir.
Fuera seguía lloviendo. En aquella maldita ciudad nunca dejaba de llover. Vi que la mujer apresuraba sus pasos y decidí seguirla. Con la que estaba cayendo y no llevaba ni una simple cazadora. Su piel blanquecina se estaba volviendo roja con el frío. Me acerqué a ella.
- ¿Me permite dejarle mi gabardina?
- No. Déjeme en paz.
- Señorita, no me gusta ver que una dama pase frío. Por favor.
Le puse la gabardina por los hombros.
- Terrible, ¿verdad? ¿Era amigo suyo?
- No. No le conocía de nada.
- Pero sin embargo estaban hablando juntos.
- Que pasa, ¿no se puede hablar con un cliente?
- Disculpe pero dudo que fuese su cliente. No era de ese tipo de gente.
- ¿Qué insinua?
- Nada, nada. La acompaño a casa. Espere que paro a un taxi, está lloviendo demasiado.
- Prefiero ir andando. Y si me hace el favor, seguiré sola. Tome su gabardina.
- Una lástima, me hubiera gustado seguir conversando con usted. Aquí tiene mi tarjeta, cualquier cosa, no dude en llamarme. Tengo la impresión de que nos volveremos a ver.
- ¿Qué clase de hombre es usted?
- Uno que intenta ayudarla. Que pase usted una buena noche, señorita.
La vi alejarse bajo la luz de las farolas. Menudo aguacero. Cuando llegué a casa eran las 3 de la madrugada. Me desnudé y fui directo a la ducha. Necesitaba despejar la mente. Tenía que aclarar muchas dudas. Ya en la cocina, cogí una cerveza y me tiré en una silla.
En momentos como este, es cuando más echaba de menos a Susan.
(Continuará...)
miércoles, abril 22, 2009
Camino de hierro I. Los zapatos.
Sólo se escuchaba el sonido de una sirena de policía perdiéndose en la lejanía. Caía un buen aguacero y la ropa se pegaba a mi cuerpo provocándome escalofríos. Entré en el callejón pisando los charcos fétidos y sucios que escupía la ciudad y abrí la vieja puerta de cristal que asomaba entre los cubos de basura. Unas luces de neón con la palabra Clover invitaban, o eso parecía, a pasar.
Pese a la oscuridad de la calle me costó mucho acostumbrarme a la atmósfera del local. A un lado, la barra "decorada" con varios vasos sucios, y que custodiaba un camarero que tiraba al aire una moneda con semblante taciturno. Al otro, las mesas se sucedían de forma caótica en un afán por romper la verticalidad y harmonía de los cuadros que decoraban las paredes.
Decidí sentarme en una mesa pegada a la pared. De esa forma tendría mayor ángulo de visibilidad y eso, teniendo en cuenta la oscuridad del local, me serviría de ayuda. El camarero, sin moverse, me preguntó qué quería. Un whiskey,respondí. Aprovechando que el camarero se daba la vuelta para preparar mi bebida me dispuse a observar a mi alrededor. Había poca gente para ser ya de noche. Un par de mesas a mi izquierda un tipo encogido jugaba a las cartas, un solitario, mientras fumaba compulsivamente un cigarro mal liado. Llevaba una cazadora de cuero que le venía demasiado grande y eso le daba un cierto aire cómico a la escena. En la máquina tragaperras un hombre de mediana edad intentaba que aquel fuese su día de gloria, pero por las patadas que le propinaba, no debía ir por buen camino. Por último, al fondo, dos personas conversaban en susurros ignorando nuestra presencia. La mujer, cincuentona, llevaba un vestido rojo que dejaba poco margen a la imaginación, desbordándosele las carnes. Con ingentes cantidades de maquillaje intentaba tapar su fealdad, lo que la hacía parecer todavía más repulsiva. El hombre que la acompañaba era más joven, delgado, atlético incluso. Iba muy bien vestido, su pantalón de pinzas, gabardina impoluta... y unos zapatos asombrosamente lustrosos, teniendo en cuenta la que estaba cayendo afuera. Algo no me cuadraba allí. Aquel joven desentonaba totalmente con el ambiente del local. Hablaba con suavidad, al contrario que su interlocutora, que dejaba escapar en alto injurias y demás lindezas filológicas mientras hacía numerosos aspavientos con las manos.
El camarero me despertó de mis cavilaciones al arrojarme, literalmente, el whiskey sobre la mesa. Tomé un trago. Aquello sabía a rayos. De pronto la puerta del local se abrió y una silueta se recortó sobre su marco. El vapor de la lluvia contra su gabardina le hacía parecer irreal. A partir de ahí, todo fue tan rápido que me cuesta describirlo. No se si fue antes el grito de la mujer o el disparo. Tengo la imagen congelada de la pistola todavía humeante en manos de aquel individuo. Debería estar acostumbrado a este tipo de cosas, a fin de cuentas, soy detective, pero aquel hombre me distrajo de tal manera que tardé en reaccionar. Cuando me di cuenta de lo sucedido salí corriendo detrás del asesino, pero nada más salir a la calle supe que aquel laberinto de callejones me haría imposible cazarle.
Entré de nuevo al local. La escena era dantesca.
(Continuará... esta vez si, prometido!)
Pese a la oscuridad de la calle me costó mucho acostumbrarme a la atmósfera del local. A un lado, la barra "decorada" con varios vasos sucios, y que custodiaba un camarero que tiraba al aire una moneda con semblante taciturno. Al otro, las mesas se sucedían de forma caótica en un afán por romper la verticalidad y harmonía de los cuadros que decoraban las paredes.
Decidí sentarme en una mesa pegada a la pared. De esa forma tendría mayor ángulo de visibilidad y eso, teniendo en cuenta la oscuridad del local, me serviría de ayuda. El camarero, sin moverse, me preguntó qué quería. Un whiskey,respondí. Aprovechando que el camarero se daba la vuelta para preparar mi bebida me dispuse a observar a mi alrededor. Había poca gente para ser ya de noche. Un par de mesas a mi izquierda un tipo encogido jugaba a las cartas, un solitario, mientras fumaba compulsivamente un cigarro mal liado. Llevaba una cazadora de cuero que le venía demasiado grande y eso le daba un cierto aire cómico a la escena. En la máquina tragaperras un hombre de mediana edad intentaba que aquel fuese su día de gloria, pero por las patadas que le propinaba, no debía ir por buen camino. Por último, al fondo, dos personas conversaban en susurros ignorando nuestra presencia. La mujer, cincuentona, llevaba un vestido rojo que dejaba poco margen a la imaginación, desbordándosele las carnes. Con ingentes cantidades de maquillaje intentaba tapar su fealdad, lo que la hacía parecer todavía más repulsiva. El hombre que la acompañaba era más joven, delgado, atlético incluso. Iba muy bien vestido, su pantalón de pinzas, gabardina impoluta... y unos zapatos asombrosamente lustrosos, teniendo en cuenta la que estaba cayendo afuera. Algo no me cuadraba allí. Aquel joven desentonaba totalmente con el ambiente del local. Hablaba con suavidad, al contrario que su interlocutora, que dejaba escapar en alto injurias y demás lindezas filológicas mientras hacía numerosos aspavientos con las manos.
El camarero me despertó de mis cavilaciones al arrojarme, literalmente, el whiskey sobre la mesa. Tomé un trago. Aquello sabía a rayos. De pronto la puerta del local se abrió y una silueta se recortó sobre su marco. El vapor de la lluvia contra su gabardina le hacía parecer irreal. A partir de ahí, todo fue tan rápido que me cuesta describirlo. No se si fue antes el grito de la mujer o el disparo. Tengo la imagen congelada de la pistola todavía humeante en manos de aquel individuo. Debería estar acostumbrado a este tipo de cosas, a fin de cuentas, soy detective, pero aquel hombre me distrajo de tal manera que tardé en reaccionar. Cuando me di cuenta de lo sucedido salí corriendo detrás del asesino, pero nada más salir a la calle supe que aquel laberinto de callejones me haría imposible cazarle.
Entré de nuevo al local. La escena era dantesca.
(Continuará... esta vez si, prometido!)
jueves, abril 09, 2009
Perdí mi norte literario hace demasiado tiempo. Tengo que volver al lápiz y al papel, y volver a ser yo la que escriba, y no un frío ordenador.
Fuera llueve. ¿Fuera?
...
jueves, abril 02, 2009
La palabra filosofía viene del griego φιλοσ (filos), que se traduciría por amor, amante, y de σοφία (sofía), que significa sabiduría. Así que podríamos traducirlo como "amante de la sabiduría". Algo he oído por ahí de que quieren quitar esta asignatura de las aulas, de que la carrera también se prognostica que desaparecerá y de que finalmente los filósofos quedarán relegados al pasado, a aquellos paseos de Sócrates por Atenas y a la falta de vergüenza de un tal Freud.
Y yo me pregunto: ¿hacia donde vamos? Realmente es una pregunta trampa, porque ya sé la respuesta. El problema es que cuesta asimilarla, cuesta admitir en lo que nos estamos convirtiendo. El ser humano llegó a jugar con la realidad, rozó los límites de lo conocido, sumergiéndose en lo desconocido para dejarse llevar por la curiosidad, el raciocinio, la tabula rasa que todos debemos rellenar tarde o temprano.
Pero llegamos a un punto de arrogancia en el que ya no se puede avanzar. Arrogancia por creerse superiores al resto, a la naturaleza, a la historia, al pasado. Le llaman progreso, permitidme que dude. Progreso es mejorar, y yo creo que estamos empeorando.
Gente que lucha por sus ideales... ¿todavía queda alguna?¿Personas que digan que prefieren morir antes que ver en lo que nos estamos convirtiendo? No, de esa gente ya no queda. Somos sombras de lo que un día fuimos, espectros que en un murmullo ensordecedor pretenden hacerse oír entre las paredes de hormigón que nos rodean.
Yo solo espero que algún día alguien pare el tren y podamos bajarnos.
martes, marzo 24, 2009
A veces todo es más sencillo de lo que aparenta, en unas décimas de segundo eres consciente de que toda una realidad cambia con solo un chasquido de dedos. La sencillez también duele, incluso mata. Una simple bala, pequeña, fría... y de pronto atraviesa un cuerpo y lo frena todo. Por eso hay personas que con pequeñas cosas hacen daño y no son conscientes de ello. Porque esas pequeñas cosas son demasiado insignificantes a sus ojos. Y mientras tú, que te fijas, que sabes lo que pasa, que te preocupas, te encoges en una esquina para ver pasar las horas. Y mientras ellos ganan, tú pierdes. Así es la vida.
sábado, marzo 07, 2009
Un día soñé con un camino de gravilla que me llevaba a un jardín. El cielo estaba nublado, los árboles y la maleza, rebeldes. No soplaba el viento, y un edificio viejo y gris se levantaba contra el cielo. Silencio. Y de pronto, empezó a sonar una canción. Al principio, unos acordes lejanos, tímidos, pero poco a poco se fueron adueñando de mis oídos. Salían de una ventana abierta, como queriendo escapar. Entré en el edificio, subí las escaleras y abrí la puerta de la habitación. Un gramófono dirigido hacia la ventana creaba aquellas notas, aquella extraña voz. Un sofá me invitaba a sentarme. Lo hice, mientras cerraba los ojos y me dejaba llevar. El tiempo se detuvo, y aquella sensación, la música rompiendo el silencio, la soledad del edificio, el reloj parado... es algo que nunca se olvida.
miércoles, febrero 25, 2009
Decimos ser los más inteligentes del planeta y luego no somos capaces de comprender algo tan sencillo como que hay que cuidarlo. Yo renegué hace tiempo de los humanos, no confío en que puedan hacer nada, son demasiado egoístas, por eso creo que lo mejor que puede pasar es algo lo suficientemente terrible para que nos lleve a donde empezamos, y entonces, desde cero, quizás sepamos hacer las cosas algo mejor.
Este vídeo es para recordaros un poquito como es la vida más allá de nuestras huellas, para que disfruteis del piano y de las imagenes, y desconecteis un momento de vuestros trabajos, estudios y preocupaciones.
martes, febrero 17, 2009
Mañana voy a exámen del práctico de conducir así que me autodedico esta canción para que me de ánimos. Al menos, si algún día vienen los zombies y llega el fin del mundo, podré moverme entre los cadáveres en coche. Ha. Haha. Es broma.
EDITADO
Bueno, al final la cosa salió bien y aprobé. Estuve bastante tranquila toda la mañana hasta que me senté al volante, que se me olvidaba hasta meter la primera para arrancar, cuando vi que mi profesor me veía con cara de... te falta algo muchachaaa jajaja. Y nada, hice todo bien (excepto que en dos stop no puse primera y arranqué en segunda jajaja), aunque me temblaban las patas, yo que nunca me pongo nerviosa para exámenes ni movidas. Pero tener detrás a un examinador (examinadora en este caso, parecía una abuelita) impone, y más si la tía que fue antes que tú suspendió. Así que nada, contenta como unas pascuas por haberme sacado eso de en medio, yuuu!Me acaba de decir mi hermana que mañana nos va a llevar a mi, a mi prima y a mi perro Val a un sitio que nos va a dar una sorpresa. Os mantendré informados, aunque me da que este blog ya no lo lee ni dios jeejeje.
lunes, febrero 02, 2009
Haaaaaahahahaha... hoy empiezo riéndome, porque llevo un día de esos que todo te parece absurdo, estúpido y gracioso. De esos días en los que más vale que no tengas que ir a ningún funeral porque te podrían echar a patadas. Ya por la mañana cuando me vino a buscar a casa el profesor de la autoescuela entro en el coche y me empiezo a partir el culo, así, sin más. Y luego el pobre de Javi tenía dos ronchas en la cara de haberse caído jugando al fútbol y fue verlo y pensar: diossss control, control!Y hoy todos los coches nos pitaban, ibamos los cuatro cagándonos en los semáforos y yo conduciendo cuando 2 negros de estos que están tremendos, tipo 4x4 matón de discoteca empiezan a cruzar en un paso de peatones, y casi paro cuando ya están debajo del coche, y el profesor a decirme que los negros también tienen derecho a cruzar, que fijo que ellos estarían pensando menuda hija de su madre la blanca esta que casi nos lleva por delante, y yo pensando menudos hijos estos negros que se me cruzan sin mirar. Y yo que no paraba de reir, y los negros que se me venían hacia el coche con cara de a esta la matamos. Pero el bendito semáforo se puso en verde esperanza y movimiento de nuevo. ¡Es que los blancos nos creemos los amos del mundo!¡Vergüenza debería darnos! Y cuando ya volvíamos para casita se nos cruza la madre de todos los camiones del mundo mundial, que ocupaba los dos carriles y que llevaba encima un pedazo de cacho de trozo de barco. Y los paisanos que iban subidos apartaban con un palito cada semáforo, cada cable, las luces de las fiestas de San Blas, y las gaviotas. Y en punto muerto ibamos muertos del asco a paso de tortuga de acuario, y más risas, porque estas cosas sólo pasan en España, en plena hora punta, las 12 y media de una mañana de lunes a los tíos no se les ocurre otra cosa que cortar el tráfico con un barco galopante!Y los de la fiesta de San Blas llevándose las manos a la cabeza porque se estaban cargando sus lucecitas de colores, y los coches pitando, y las abuelas saliendo a la calle en pijama y zapatillas con la mano levantada implorando al cielo mientras los del palito se cargaban definitivamente el semáforo. Spain is different señores!!!
domingo, enero 25, 2009
Los cambios dicen que son siempre para bien, pero algunos cuesta más digerirlos. De momento los estoy masticando, bebiendo mucha agua para conseguir tragarlos. El agua puede ser un abrazo, una película, un sentimiento, un escalofrío, una regaliz, un niño, una tarde fría de invierno, una nube con forma de caracol, un espejo, un pintalabios, una camiseta nueva, una hoja cayendo, el parabrisas al compás de la música, un barco pitando en la niebla, una ráfaga de viento, un chiste, una vieja fotografía, un libro, una poesía, un recuerdo, unas botas desgastadas, un camino intransitable...
una canción...
sábado, enero 10, 2009
Lágrimas más negras que nunca. Lo siento Nei, siento que no podamos hacer nada. Sólo darte muchos mimos, y esperar que sea cuanto antes, para que dejes de sufrir.
Mira qué guapo estabas en esa foto, con tu mejor amigo el Valiño. Quiero recordarte así.
Ahora estás tumbado en tu camita, con la cabeza apoyada en una pata. Espero que cuando llegue el momento, estes durmiendo, soñando con los campos verdes por los que tantas veces hemos corrido, saltado y reído los tres.
Gracias por todo Nei, el mejor perro del mundo.